jueves, 1 de octubre de 2009

Los lazos se convienten en fetiche para la joyería

Los pendientes de la colección Forever, de Pomelatto, combinan el oro blanco con brillantes black, brown y cuarzo fumé.

Impresionante gargantilla de Dior Joaillerie, el lazo cuelga rematando una lujosa red de diamantes y zafiros rosas.

La sencillez hecha joya en esta cadena de Tiffany, de la que pende un fino lazo de oro amarillo.

Bulgari retuerce una rejilla de oro amarillo salpicada de flores de diamantes como si fuera el más dócil de los tejidos.

Un discreto lazo de oro amarillo envuelve un cuarzo ahumado de gran tamaño en esta sortija de Carrera y Carrera.

Los lazos son femeninos, coquetos y dulces. Los asociamos a la niñez, pero también pueden resultar tremendamente sofisticados y sugerentes. El lazo, ese sencillo pero eficaz recurso que ha trascendido su papel meramente práctico –unir los extremos- para convertirse en uno de los motivos decorativos más recurrentes en moda, se pasa ahora a la joyería. Y por la puerta grande.
Duros armazones de oro amarillo y blanco se retuercen, como si de un trozo de seda se tratara, para convertirse en lazos cuajados de diamantes indisolubles y eternos. Los broches se revelan como el vehículo perfecto para plasmarlos, pero también las gargantillas encuentran en ellos el cierre que necesitan y los pendientes, la forma perfecta para caer delicadamente hacia abajo.

Imagenes by Vogue

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